viernes, septiembre 22, 2006

Los problemas


Mi olfato no puede fallar. Una nariz tan grande ha tenido que ser creada para olfatear hasta las situaciones venideras. Rappel también utiliza el método de “cuanto más grande, mejor”, de ahí sus grandes túnicas (una pena que no utilice éste método con sus bañadores).

No hay cosa que más odie que estar acatarrada. Bueno, sí, madrugar. Pero si encima de estar acatarrada, tienes que madrugar… más te vale rezar un buenafuentenuestro, porque vas a pasar el peor día del año.
En mi caso, mi protuberante órgano olfativo actúa a modo de imán para todos los virus que revoloteen por la atmósfera. Soy como una vacuna de la gripe andante. Allá donde yo estoy, nadie tiene gripe… salvo yo. Soy tan egoísta que no comparto ni los estornudos.
Bueno, los estornudos son tema aparte. Ya sabemos que los hay de todos los tipos, desde los más escandalosos que asustan a 10 km a la redonda, hasta los silenciosos (muy valorados por los sacerdotes en plena eucaristía). Los peores, sin duda, son los que se guardan padentro. En realidad no es que se guarden, es que buscan otros territorios para expandirse. Ocurren cuando estamos en público y no tenemos un cleenex a mano. Entonces no te queda más remedio que cerrar la boca y… esperar lo peor. Tropecientosmil kilotones de aire fluyen hacia arriba, imparables, más rápidos que Homer bebiendo cerveza. Pero… ¡oh, dioooos miiiio!, los orificios nasales se encuentran en plena operación salida de vacaciones de los mocos. El aire continúa ascendiendo… se cruza con una neurona (-Buenas tardes, neurona. –Me voy al hígado, que ahí arriba ya no queda nadie.)… pica al timbre del cerebelo… cerebelo se cabrea por despertarle de la siesta y…. ACHUUUUUSS, te quedas sordo y tonto para todo lo que resta del día.

Otro problema que acarrean los catarros son los mocos. Esas masas viscosas de varios colores y texturas. Como ya comenté, están colapsando la entrada de todo aire puro, como las marujas esperando a que abra El Corte Inglés el primer día de rebajas. Y cuando éstos se juntan con los estornudos… tu cara se convierte en las cuevas de Altamira, con estalactitas (mucosidades colgantes que han permanecido ocultas al público durante mucho tiempo) y con pinturas “ojestres” (las venas de los ojos son capaces hasta de representar un señor matando un bisonte con espada láser mientras su señora baila el aserejé a su lado).

Por no hablar de la tos. Al principio es molesta y se intenta evitar. Según pasan los días ya ni siquiera se intenta disimular. Hasta que le pones tanta fuerza que parece que te vayan a salir los pulmones por la boca. Hay a quien se le salieron los intestinos, esto no es broma, y de paso se aprovechó para hacerse unos callos a la madrileña.

Por todo esto he decidido ponerme en huelga. Éste año no pienso pillar la gripe. ¡Ea! Ya puede venir la gripe del pollo con Calimero cantando el “Cómo me pica la nariz” de los payasos de la tele, que yo me he empapelado la habitación de Frenadol y friego la cocina con Bisolvon. Y al virus que se cuele por una rendija, le apedreo con aspirinas, al puro estilo Pelayo echando a los moros de la península.
Aviso a todos los microorganismos: soy asturiana. Eso imprime carácter. No voy a quedarme de pulmones abiertos. De momento podéis seguir contagiando a todos los niños guarretes del parque. Ese es el recuerdo que tendré de vosotros, unos bichitos de mi infancia. Os recordaré una vez cada invierno, como mínimo.
(me encantan los plagios) :P

Saludos a mis admiradores.

Huelo problemas