Ahora que se acaba el año y antes de hacer recuento de anécdotas, quiero regodearme en un pasado feliz. Friki y feliz.
En un alarde de sinceridad, os presento mi estuche del instituto:
¿Qué? ¿a que no me imaginabas tan ñoña?
En realidad sólo lo seguí utilizando curso tras curso porque era fácil de usar, útil para guardar chuletas y además poco a poco lo fui tuneando hasta pillarle cariño.
Y si esto no te parece suficiente íntimo, pasemos a los interiores. Tranquis, no pienso enseñaros el cajón de mi ropa interior. Seguimos hablando del estuche.
El horario. Otra de las facilidades del recipiente.
Aunque parezca mentira, me gustaban los lunes. ¿Por qué? Pues porque no había Historia.
Los martes eran horribles. Llegué incluso a coger apuntes de historia a primera hora ¡durmiendo!, gracias a que me sentaba al lado de la ventana y podía apoyarme en la pared. Lo malo es que estaba en primera fila. Y seguramente el profe aún se estará preguntando cómo conseguía enterarme de algo entre ronquido y ronquido.
¿Y los miercoles? Mis favoritos. Empezábamos entrando más tarde porque no hacíamos religión, hacíamos los deberes (jeje, qué enrollao el cura) y si no armábamos jaleo... No había historia ni lengua. Tras el recreo entrábamos tarde a química porque aquello era un
despilporriu. Y para terminar, unas divertidas matemáticas, la asignatura con menos estrés y más gratificante a la hora de ver un 10 en el examen. :D
El fondo. El tuneo masificado.
Mi estuche era como un punto de reunión. Un lugar donde cada uno firmaba lo que le apetecía. Otras amigas hacían un minidibujo. ... Blandito y con doble fondo (por eso de las chuletas, jijijiji).
La foto. A modo de inspiración y relajante.
"Sí, soy seguidora de Michael Jackson, ¿pasa algo?." Esto lo tenía que repetir siempre que alguien me veia este objeto. Y "nooo, lo importante es su música, le adoro como artiiiista". Claro, explicarle esto a una quinceañera que tiene forrada la carpeta de Take That (por poner un ejemplo, no se me ofenda nadie), ... era difícil.
Lo de "Miguel" y "Carlos", era el primero por Michael. Y el segundo por... (me lo he tenido que pensar ahora) por un chico que me gustó en el verano y para despistar a mis amigas del que verdaderamente me gustaba (no, no pienso decir su nombre).
Los objetos. De lo friki al aburrimiento.
Para la foto sólo he dejado uno, como ejemplo. Este tipo de manualidades era lo que hacía en clase cuando me aburría (sí hija sí, me aburría). Decoraba bolis y lápices. Con agujeritos, pinturas, a otro lo envolví en un hilo tooodo tooodo al milímetro y luego le eché pegamento (me quedó divino), un boli lo fui quemando con un mechero y le fui dando una forma ergonómica según mi mano (que luego le cambiaba sólo la tinta y lo utilicé todo el curso)... en fin... productos del aburrimiento jilipichiano.
Y es que* cuando nos encontramos con un objeto del pasado del que no nos acordábamos, nos da por pensar. ¡Cuántas aventuras, risas, nervios, sueños,... !
*
homenaje al gran Berto. Por tocarle las
narices. :PP No, espera, la nariz, que sólo tiene una. ¿No? O_O
A tomar por saco otro año.
