lunes, mayo 27, 2013

flu flu, voló

¿Llegará algún día el verano?
Tal vez no nos interese. Con el calor las chicas quitamos ropa y los heteros sacan el aguijón a ventilar, a ver si pinchan a alguna. De flor en flor, cada vez más pringosos. Y las flores, con tó el polen al aire. Ole!


Lo bueno es que irán desapareciendo las golondrinas. Hermosos pajarracos que van a toa hostia, gritando. Son como los tontopolla de las discotecas, haciéndose el gallito y luego montados en sus coches tan ruidosos como acelerados. ¿De qué van? Pues de golondrinos.

No me gusta todo lo que vuela. Ni los aviones, ni el tiempo, ni el velero bergantín.
Y pisar tierra tampoco. Que te manchas el bajo del pantalón de barro y es una gochada.
¿Ir a saltos? Tampoco, que cansa. Menos si vas en catiusques un día lluvioso. Saltar en los charcos, mola.

Molaría una abeja saltando de flor en flor, con catiusques. O caminando por la tierra con pantalones de pata elefante.
Una abeja con patas de elefante. Me imagino a sus padres copulando. Por eso la naturaleza es muy sabia y algunas parejas son incompatibles.
La embarazada tuvo que ser la elefanta. Y el propio feto rompería su placenta con el aguijoncito. Y al romper aguas, saldría saltando por el charco con sus catiuscas.
El padre no invitaría a puros, repartiría tarritos de miel. Un obrero con trabajo itinerante.
A la pregunta "¿Y cómo fue el parto?", el padre respondería "pssséee". La madre dio a luz con una buena trompa, borracha perdida.
La comadrona fue una gallina que pasaba por allí. No tuvo huevos a decirle que no podia. La elefanta dijo "eh tú, ayúdame!". Y la gallina: co co co co cooomoporquÉeee?.

Buah, vaya show.