Si consideramos eso como cierto, todos vamos regando la maldad en nuestro interior. A algunos les aflora y a otros se les enquista pudriendose lentamente.
De pequeña quería ser mala. No quería ser mayor. Quería seguir siendo una niña, pero mala. A mi alrededor triunfaban los malos. Cuanto más HP eran, más felices parecían. Y así te lo hacían saber.
Mientras ese deseo de aflorar la malvada naturaleza se enquistaba, las puñaladas iban mostrando el camino.
De repente ya "eres mayor". Ser mala ya no es una prioridad. Lo importante es que no te rebote la mierda de los enquistamientos que van explotando a tu paso. A mi me dejas en paz.
Al final creo que lo he conseguido. Soy mala. Hago como que me divierto. ¿Es divertido?. Tal vez haya que llegar a un nivel de hijoputismo severo para sonreir. Me rindo.
¿Quién judga el bien y el mal?
Me imagino una balanza sin nivel. Millones de platitos donde poner tus acciones a ser judgadas, sin saber de que lado están. Sin peso, no pasan a ningún sitio. Se pisan unas a otras.
Ni bien mal, ni mal bien.
Regular.
PD: si esta entrada tiene algún sentido, que sea de carril único.
PD2: coño! ¿no pongo foto? Voy buscar...
venga, esta: un remanso de paz
