Érase una vez un ser que nació en un hospital, un martes de carnaval y en el primer aniversario de un golpe. Nada raro, sólo curioso.
Era niña. Para algunos parecía un niño. Para muchos era una bebé guapa. Roja, colorada. Dormía y comía, y eliminaba desechos orgánicos. Ni raro ni curioso.
Hija única y nieta única, estado que perduraría hasta la actualidad. Una curiosidad que deja un granito para la rareza.
Infancia cargada de dudas, inseguridades. Introvertida y en segundo plano (tercero si pudiera). La niña rubia seguía pareciendo guapa (o no demasiado fea). Comienza a ser rara.
Va al colegio. Escuela pública. Se acentúa la timidez. Curiosa por naturaleza. Rara por naturaleza y aprendizaje.
Cambios constantes de amistades, con una base común un tanto "dolorosa". Sigue la infancia. Aquí hay un borrón que no merece la pena pasarle el photoshop para arreglarlo. Mejor dejar la tupida pegatina de "Toi mejó" que al final de la época colegial le apareció en un tigretón con mala leche. Lo raro es que siguiera siendo curiosa con su mundo.
Instituto y mirando a un futuro con barreras emocionales. No quiere saltar. No quiere mirar atrás. No quiere estar quieta. Es rara. Y punto.
Consigue pasar a lo que cree siempre quiso. Hace lo que se supone siempre quiso. Dificultades salvadas. Pero sigue estando rara.
Evoluciona, como los pokemon. Por fuera. Por su entorno. Rara en sus capacidades. Rara en su actitud. Rara.
Siente curiosidad por la evolución interna. No quiere ser rara. Ni normal. Ni todo lo contrario.
¿En qué fase se quedaría? ¿en embrión? No. Seguro que sería una célula rara, extraña y no encajable.
Sería curioso sentirse polvo, mezclarse con el aire y dejarse llevar.
un saludo. un besín.
(tengo que cambiar. el mundo me empuja. ya duele la caida que aún no ha empezado).
1 comentario:
Con cosas malas y buenas, como todos... has seguido adelante. Haciendo reír y disfrutando de la vida.
Cambiar es difícil y complicado.
Besos!
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