lunes, junio 25, 2012

número no favorito

El 3 es mi número favorito.
Han pasado ya 3 años y no me acostumbro a perderte cada segundo.
Me haces falta. Has sido mi apoyo durante tanto tiempo...
Lo bueno es que sigues estando ahí con esa huella imborrable en forma de arte. Es lo que hacen los artistas. Las huellas del corazón las dejan las buenas personas, y ten por seguro que la llaga en el mio sigue abierta. Quien quiera seguir con los ojos cerrados será su problema. Muchos supimos ver más allá de lo que se empeñaron en enseñarnos.

Entiendo las canciones póstumas como un grito pidiendo ayuda. Nadie le dio la mano, nadie le dijo que ya podía quitarse la máscara, nadie plantó cara a las noticias sensacionalistas para convencerle de que no era un montruo. Querías salir de todo eso y la vida te señaló el camino equivocado.
De nada sirve lamentarse ya.

El odio se diluye con el tiempo. La necesidad de poner el práctica lo que querrías nos hace pasar página y disfrutar con lo que tenemos. Y compartirlo para que otros también lo disfruten.
Al final sólo se trataba de eso. Pasarlo bien y que los demás también lo hicieran.


Michael, hemos ganado la batalla contra los prejuicios. ¡Y contra los juicios! (absurdos).
Los que de verdad te quisimos, te seguimos queriendo. Y al resto, ¡que les dén!.
La victoria, gran símbolo de optimismo, está de luto. Hoy las lentejuelas de los guantes brillan con el reflejo de una gran estrella en el cielo.
Como siempre nos decías: I love you.



Jeje. Ahora en serio. Tranqui colega. Tú duerme que tu legión despertará al mundo.

miércoles, junio 13, 2012

ssh, tranki

Caracol col col, saca los cuernos que fai sol.


O tal vez no.
Si llueve hay que aprovechar los regatos.
Cuando a un caracol le ponen los cuernos ye cuando empieza a ver les coses, más que ná porque no son cuernos, ¡son güeyos!. Tanta infancia tocándoselos y preguntándonos ¿por qué se asustan tanto?. Home, que venga un bicho enorrrme y te apriete los ojos, verás lo que presta.

Lo bueno de estes baboses ye que van con la casa a cuestes. Eso sí, ye un pisu de protección oficial y pa una familia unipersonal. Total, un estudio loft. Libre de hipotecas y de impuestos de circulación.

Son unos bichos que nunca se cabreen. Tienen paciencia. Ellos van pali pali y si eso ya llegarán. ¿A dónde?, seguramente nadie lo sabe.
Nunca sabrán lo que es jugar al pillapilla, o llegar a un pase en profundidad jugando al fútbol. Nadie pierde jugando al escondite, en cualquier momento puedes gritar ¡casa!, y será verdad. Llevan la sonrisa a ras del suelo. Y con una dieta vegetariana extricta no se puede ser feliz (nunca vi un caracol devorando un chuletón). ¿Quién ha visto un documental de National Geografic HD dedicado a los caracoles?, nadie, porque el oso perezoso también va despacio pero es un mono, hace monadas. Ye un arrastrau, un babosu, feu y llargaritu. Ye tan feu que tuvo que hacese hermafrodita pa poder fornicar, así ye bisexual y como no tien costilles lo mismo se autoconsuela en momentos de aburrimiento (¿cómo se divierte un caracol?).

Todavía no sé lo que quiero ser de mayor. Indiscutiblemente NO quiero ser caracol. Te cantan cosas absurdas para luego meterte el dedo en el ojo, moverte hasta la posición de salida (por joder) o acabar cocido y ensartado por un palillo antes de ser engullido (gracias que ya estarás muerto antes de que te remojen en la salsa picante).

martes, junio 05, 2012

Infinito

Somos finitos.
"Quiero morir". Lo escucho a diario. No hace falta que lo quieras, vendrá quieras o no. Y mientras viene puedes intentar sonreir. Es más, puedes intentar hacer que sonrian los demás. La tristeza es una larga agonía. Más que el dolor.

Luego está el universo. Infinito, según dicen.
¿Y si el universo quiere morir? Dios debería haberle construido un túnel para que viera la luz al final de él.

¿Y el mar? ¿Qué pasa con el mar?


Decimos que es infinito y no lo es. Un tal Colón nos lo demostró hace poco. Poco porque la vida tal y como la conocemos en concepto comenzó hace mucho mucho y no sabemos hasta cuando durará. Por lo tanto unos cientos de vueltas al sol son insignificantes. Hace poco.

El mar, azul. El cielo, otro azul. Dos colores que combinan y "no se matan", como dirían los fashionistas. Juntos sin tocarse.
Gotas de agua y granos de arena. Se evaporan al viento. Las lleva el viento. otro matrimonio unido por una hipoteca. Sopla que se apaga.

Somos insignificantes para el todo. Afortunadamente somos importantes para el resto de lo insignificantes que nos rodean. Por eso no me gusta verles sufrir. Por eso intento canalizar la energía positiva hacia su bienestar. Quiero su felicidad, esa emoción finita de montaña rusa.
¡Vamos!